viernes, 25 de abril de 2008

El grito de Tinta


El viernes 18 de mayo de 1781, después de haber cercado la plaza con las milicias de esta Ciudad de Cuzco, que tenía sus rejones y algunas bocas de fuego, y cercada la horca de cuatro caras con el cuerpo de mulatos y huamanguinbos; arreglados todos con fusiles y bayonetas caladas, salieron de la Compañía nueve sujetos, Antonio Oblitas (que fue el Verdugo que ahorcó al General Arriaga), Antonio Bastidas, Francisco Tupac Amaru, Tomása Condemaita, cacica de Acos, Hipólito Tupaz Amaru, hijo del Traidor, Macaela Bastidas, su mujer, y el insurgente José Gabriel. Todos salieron a un tiempo, y uno tras otros venían con sus grillos uno y esposas, metidos en unos zurrones, de estos que se trae yerba del Paraguay, y arrastrados a la cola de un caballo aparejado. Acompañados de los sacerdotes que los auxiliaban y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron todos al pie de la horca y se les dieron por medio de dos verdugos las siguientes muertes.
A Verdejo, Castelo y a Bastidas se los ahorcó llanamente. A francisco Tupac Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito se les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca; y a la india Condemaita se dio garrote en un tablillo que estaba dispuesto, con torno de fierro que a este fin se había hecho y que jamás habíamos visto por acá. Habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito que fue el último que subió a la horca, luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo, a presencia del marido, se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque teniendo el pescuezo muy delicado no podía el torno ahogarla y fue menester que los verdugos, echándole lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasern de matar. Cerró la función el rebelde José Gabriel, a quien se le sacó a media plaza. Allí le corto lengua el verdugo y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo, atárosle a las manos y a los pies cuatro lazos, y asidos éstos a la cincha de cuatro caballos tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes. Espectáculo que jamás se había visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes o el indio, en realidad, fuese de fierro, no pudieron absolutamente dividirlo, después que un largo rato lo tuvieran tironeando, de modo que lo tenían en el aire en un estado que parecía una araña, tanto que el Visitador, movido de compasión, porque no padeciese más aquel infeliz, despachó de la Compañía una orden, mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó.
Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y los pies. Esto mismo se ejecutó con la mujer, y a los demás se les sacaron las cabezas para dirigirlas a diverso pueblos. Los cuerpos del indio y su mujer se llevaron a Picchu, donde estaba formada una hoguera en la que fueron arrojados y reducidos a cenizas, las que arrojaron al aire y al riachuelo que por allí corre. De este modo acabaron José Gabriel Túpac Amaru y Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia llegó a tanto que se denominaron reyes del Perú, Chile, Quito, Tucumán y otras partes, hasta incluir el gran Paitití, con locuras de ese modo.


El pequeño texto anterior es un relato sobre la ejecución de los traidores al Rey de España durante el grito de Tinta. Revuelta iniciada por José Gabriel Condorcarqui, más conocido como Tupac Amaru, que representaba el primer grito de igualdad en toda América.
Es lamentable la manera en que este cronista relata los asesinatos y las torturas contra estos luchadores. UNA VEZ MÁS, GRACIAS REINO DE ESPAÑA. HICISTE UN BUEN TRABAJO.

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