Después de unos cuantos lustros vuelvo al blog, algo desecho y lleno de chistes malos, pero con la misma pasión de siempre, esa pasión que hace de mi estupidez privada una estupidez mucho más grande, contagiosa y pública. No acepto quejas al respecto.
El otro día, sin pretender hablar de mi vida privada, bien aburrida por cierto, estaba en una heladería y observe con desprecio que el primer sabor en la lista de gustos era la crema americana e inmediatamente aparecieron ante mi las imágenes de los diarios y la televisión alertando sobre el avance del imperio y las invasiones Anglo-americanas.
Primero el petróleo, luego el agua y ahora también van por los helados. Obviamente estamos ante una escalada del imperio.
La historia nos marca que cada vez que un imperio entró en decadencia comienzan a aflorar sus peores crímenes, pasó con el imperio Egipto en Babilonia, con el Romano en
Ahora, y como una estrategia sensible, más poderosa que la bomba atómica, el imperio comienza por desestructurar nuestro propio consumo, al atacar el placer de las cremas heladas, introduciendo en nuestra propia personalidad un sabor totalmente triste, desabrido y poco rebelde.
El plan es lograr el apaciguamiento de las pasiones a través de la implementación de sabores con notoria tristeza, con el fin de evitar los sacudones sociales que de vez en movilizan a la población en los países del tercer mundo.
Según un estudio secreto del Pentágono al que “Menos de lo mismo” tuvo acceso, el 90% de las personas que consumen crema americana no participan en manifestaciones ni arrojan piedras contra vidrieras, y el 94% tiene una imagen positiva del Presidente de los Estados Unidos.
Difícil de predecir es el futuro de nuestro territorios, pero mientras que la crema americana siga siendo el sabor más consumido en las heladerías, nuestra esclavitud cultural y económica será cada vez más profunda, hasta llegar el momento en que nuestra propia alienación termine por eliminar el resto de los sabores, construyendo un triste y desabrido mural de crema americana.
Por la independencia cultural y económica! Luchemos contra la crema americana y su versión más falaz, la crema del cielo.
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