martes, 4 de marzo de 2008

Lo bueno, lo bello, lo facil.


Otra vez, y sin ser repetitivo la belleza asoma en mi mente, no ya referida a cuestiones materiales propias de la escasez sino a cuestiones netamente moralistas, ahincadas en lo más hondo de la ética nicomaquea de Aristóteles.
Escuché de un transeúnte, mientras ojeaba una revista Maxim del costado de un kiosco, la siguiente frase, que no hizo más que incentivar mi pensamiento: “Lo que importa es lo de adentro” Es una frase bastante trillada, bastante aceptada y bastante tonta. ¿Porqué importa lo de adentro?. ¿Qué acaso la belleza interior es más importante que la exterior?.
Habitualmente, y planteando una teoría bastante criticada, se dice que lo difícil de conseguir es lo mejor, lo más sublime, lo más respetable. Por mi lado no voy a discutir esta teoría, ya que si no, no me cerraría el argumento.
Ahora bien, ¿Qué es más difícil, ser bueno interiormente o ser bueno exteriormente (bello)?
La respuesta es bastante clara para la gente normal y común, pero para mi, que no soy normal por no decir a-normal, no lo es. Creo y con justificación que la belleza exterior es mucho más difícil de conseguir que la interior.
La belleza exterior se consigue a través de dos mecanismos bien distintos, uno directamente vinculado a nuestra propia actitud y esfuerzo y el otro todo lo contrario.
Tengamos en cuenta que lo que nosotros entendemos por belleza, es una construcción social que viene resignificándose desde siempre, pero para no complicar las cosas lo trataré con el concepto de belleza que tenemos ahora de 90-60-90 para la mujer y las medidas que no tengo idea para el hombre.
Nosotros podemos ser bellos primero por legatario, es decir, genéticamente beneficiados por el aporte de las gónadas de nuestros padres. Siempre es de una ayuda fundamental los rasgos de nuestros padres, transferidos a nuestro ácido desoxirribonucleico (ADN). Esto no depende de nosotros, y tampoco se puede cambiar, lo que vendría a ser una especie de variable constante en la medición de nuestra belleza exterior.
La otra manera depende enteramente de nuestro esfuerzo, y esta vinculada al ejercicio, a la buena alimentación, a la preparación mental y al relajamiento, al esparcimiento. Días enteros de sacrificios comiendo verduritas, haciendo flexiones de brazos, trotando, haciendo pesas, yoga, tai chi, evitando el stress, los vicios, las atracos (no de bancos), las fiestas y las jaranes, tomando sopas, depilándose, afeitándose, manteniendo bien el cabello, asándose bajo el calor insoportable para tener la tez más oscura, poniéndose ungüentos en la piel para que no se arrugue, y lo más difícil de conseguir de todo: evitar envejecer.
Obviamente, después de esta pequeñisima lista de tareas a realizar, ser lindos exteriormente representa demasiados sacrificios, muchos más si uno tiene la desventaja natural de no ser muy favorecido genéticamente por tus padres, como es mi caso.
En cambio, ser lindo interiormente, ser bueno, aparecer ante la gente como una persona a imitar, es muy fácil. Es cuestión de guita. Compras un par de periodistas, un par de medios, algunos cuantos amigos para que hablen bien de vos y ya esta. Preguntale a Tinelli sino.
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