viernes, 2 de mayo de 2008

Sobre el muerto y la Muerte


Perdón por los refritos. Este texto también es viejo, creo que es del año pasado o del anterior. Ya no me acuerdo bien, soy muy malo con los tiempos. Se que lo escribí cuando se murió Pinochet. También interesante, bastante loco. a mucha gente le gusto, muchos no lo entendieron (incluso a los que les gustó) y a la gran mayoría no le importó.


Lo que escribí a continuación es puro delirio, no le hagan demasiado caso.

Sobre el muerto y la muerte (Reflexiones sobre la muerte de Pinochet)

En estos días, luego de interminables supuestos días de agonía, uno de los criminales más impunes del mundo falleció.
Impune en todo sentido, no sólo ante la justicia, sino impune ante la sociedad y ante la memoria. Aún hoy, después de habérsele comprobado miles de crímenes, la mitad de la sociedad chilena lo considera un héroe, un prócer, alguien que tuvo “el coraje de liberarnos”. Poco importa a costa de que Chile fue “liberado” y mucho menos importa de que fue “liberado”.
Pero este no es el problema que desvela mi pensamiento. Quizás un poco más profundo o delirante, todavía no lo sé, lo que me preocupa es la contradicción que emerge de todo esto. Por un lado, están los seguidores del dictador, entristecidos por la muerte de, según ellos, el verdadero héroe chileno, y por el otro lado están los felices rebosantes de alegría, por la muerte del genocida.
Esta situación me parece un tanto contradictoria y espero poder explicarla, aunque se que es difícil, no tanto por el tema en sí, sino más bien por mi propia incapacidad explicativa-literaria.
No creo que sea una idea original de mi parte, pero creo que la principal razón de la existencia del hombre es la muerte. Existimos por el simple hecho de que nos vamos a morir. La interminable finitud humana cobra sentido, no en el nacimiento, ni durante la consolidación de la personalidad, sino en el mismo momento en que se da el final. Nacemos, crecemos, nos relacionamos, luchamos, nos dejamos dominar, sólo para morir.
Inconscientemente o no, en todos nuestros actos estamos previendo la muerte, la estamos esperando, estamos aguardando a que llegue ese momento donde no sólo deja de existir uno, sino que en realidad, la humanidad misma deja de tener sentido para uno mismo. No muero solamente yo, mueren mis familiares, mis amigos, muere el mismo mundo que me rodea... cada muerte es la muerte de un mundo distinto.
Nuestras acciones y nuestros pensamientos están enfrentados con la muerte, sin ella no seria necesario hacer nada. ¿para qué comer?, ¿para que respirar?, ¿para qué hablar? ¿para qué relacionarnos? Nada tiene sentido sin la existencia finita. ¿Qué pasaría se viviésemos eternamente?, ¿Tendría algún sentido vivir? Es claro que no...
Lo maravilloso de la vida, no es su duración, sino su finitud. Las cosas hermosas, los momentos emocionantes, la belleza, los sentimientos, sólo cobran existencia a partir del momento en que “sabemos” que nos vamos a morir. ¿Sería emocionante el ver nacer a un hijo, sabiendo que vamos a ser padres infinitas veces?... y ver un amanecer, es ¿igual de hermoso verlo una sola vez o verlo infinitas veces? La “escasez” derivada de la finitud es lo que hace que existan los momentos maravillosos. Tampoco soy tan ingenuo como para pensar que sólo existen los buenos momentos. También están los malos momentos. Si hay algo que puede maravillarnos, también tiene que haber algo que nos acongoje y nos angustie. Pero estos momentos son instantes a los largo de toda una vida. Nosotros sufrimos un rato y después se pasa.
Ahora bien, si en la vida eterna no existen ni momentos maravillosos ni momentos decepcionantes, eso de por sí es algo horrendo. Se que parece una contradicción (lo es en realidad) pero no es absolutamente espantoso vivir esa vida?. Vida eterna, sin que te pase nada, ni una emoción, nada digno de relatar, de contar, ni si quiera de recordar. Para que recordar algo, si sabés que puede suceder infinitas veces. Que no te ocurra nada en la vida digno de emoción (buena o mala), no es de por sí el sufrimiento mismo?. Se que mi mente deviene en locura, pero no sería un buen castigo la vida eterna. Entiendo que nadie puede vivir eternamente (salvo Walt Disney), pero es un simple juego mental. Si la vida cobra sentido con la muerte, si lo maravilloso de la vida está en su finitud, entonces aquellos que no la consiguen, es decir, aquellos que nunca mueren, no tendrían una vida miserable?
Con estas locuras a mi me resulta muy contradictorio lo que sucede con los Chilenos, los que idolatran a Pinochet están entristecidos y los que lo detestan están felices. No tendría que ser al revés.
Insisto mi mente delira, pero no estaría bueno que Pinochet viviese eternamente. Sin emociones, sin sentimientos y sin que nada le pase a ese forro. Imaginemos su eternidad miserable... toda la inmortalidad penando su desdichada y miserable vida, ese es un buen castigo. Y ese es el castigo que se merece un verdadero asesino.

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