lunes, 22 de febrero de 2010

Un oscar argentino


La ola de inseguridad que está viviendo nuestro país ha generado la pronta reacción de los avispados de siempre. Un boom de instalación de cámaras de seguridad con el fin de evitar los robos, o mejor dicho para ver claramente quienes son los que le roban, se ha producido en los barrios más pro de la ciudad.
Ya es sabida la profunda aspiración del argentino promedio por el cine y esto ha generado que las cámaras ya no se coloquen en los lugares habituales. Desechando las propuestas cinematográficas clásicas de la industria hollywoodense y apelando al cine de autor las cámaras comenzaron a instalarse en los lugares más impensados para lograr una imagen del ladrón completamente artística.
Ante esta nueva moda cinéfila casera, o mejor dicho, “caserita”, los ladrones ni lerdos ni perezosos han puesto en marcha una seria de amparos para evitar que se instalen nuevas cámaras. La justificación, muy lógica, dice que las cámaras invaden la privacidad de los ladrones mientras realizan su trabajo y seria una forma más de explotación que el capital ejerce con los trabajadores, y que en caso no revertirse la situación están dispuestos a ir a la huelga y hasta armar movilizaciones por el centro de la ciudad.
La negociación empezó hace algunos días y como muestra de buena voluntad La Cámara Argentina de las Cámaras comenzó a colocar en sus cámaras carteles señalizadores del tipo “No se cruce que estamos filmando”, o “Dese vuelta que el perfil no lo favorece” o hasta el inusual “Esto no es una casting, no se haga el artista”.
A esta altura del conflicto esta medida parece irrisoria, ya que los ladrones están decididos a todo, “no tenemos nada que perder” dijo uno, mientras sostenía del cuello a un rehén apuntándolo con un revolver.
Los ladrones han conseguido el apoyo del sindicato de actores y extras que se solidarizaron con aquellos que aparecen filmados alegando que el mínimo por aparecer en cámara es de $140, y el bolo, hablarle a la cámara es de $600. Hasta algunos actores cambiaron su rubro y se dedicaron a convertirse en ladrones, o mejor dicho, algunos actores siguen robando, pero ahora casas.
Ante las críticas que recibió el estado nacional y sin comprender nada de lo que sucede, como habitualmente pasa, ya dispuso la posibilidad de otorgar subsidios del INCAA para aquellos que necesiten producir algún robo. Esta consigna no muy explicitada, conllevo a que tanto productores como ladrones se juntaran en las colas del Instituto Nacional para conseguir los subsidios. De muy lejos todos parecen ladrones, pero cuando uno se acerca se da cuenta de que están aquellos que amenazan con armas, que estafan y que utilizan cualquier medio para robar y para evadir impuestos, y están aquellos a los que simplemente se denominan “ladrones comunes”.
Insólito lo que le sucedió a uno de nuestros cronistas que al ir a al hogar de unos de los instaladores de cámaras y al abrir la tapa del inodoro se encontró con un cartel que decía “Sonría lo estamos filmando”, generando una irreparable duda sobre con que realmente sonreír.
Incierto será el destino de nuestra privacidad y la de los ladrones si siguen instalándose cámaras, pero lo que es seguro es que continúa en crecimiento la industria cinematográfica nacional.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya no sé qué más decirte. Así como vamos, las monedas deberías comenzar a dármelas tú.


$300.