lunes, 20 de abril de 2009

La Fe y al infierno


-Imagen Guaraní del Infierno-

He vuelto. Eso no significa en ningún sentido que haya escrito de nuevo, sino que por el contrario encontré un par de textos escritos hace algún tiempo que parecen bastante piolas...
Quizás muchos me acusen de malgastar el tiempo de mis vacaciones, pero hoy, en realidad recién, mientras leía un libro al sol se me ocurrió pensar en un par de cuestiones, más bien poco interesante para ser Jueves 14hs, pero que alguna vez a alguien también se le debe haber ocurrido en momentos más encantadores. Pensaba en Dios, en la perfección, y en definitiva en el castigo-infierno.
Se que para muchos es muy difícil poder imaginarse la existencia de Dios (me incluyo en ese bando), pero la fantasía, lo mítico y la Fe suelen tener bastantes puntos en común, lo que simplifica el asunto.
Cuando hablo de la existencia de Dios, no hablo de la simpleza del Dios-carne, “humano”, consistente y cosificado, sino que planteo la idea de Dios, el “algo”, superior, ajeno a lo material-terrenal.
Si somos capaces de imaginarnos esto, no nos será tan difícil imaginar que este “Dios” es perfecto, omnipresente, todo lo sabe, todo lo ve, et,etc,etc,etc… un verdadero grosso.
Ahora bien, si podemos imaginar la “existencia” de Dios y podemos imaginar que es perfecto, no nos costará mucho más imaginarnos que ese Dios perfecto es el que el Cristianismo alega como suyo propio, y si podemos imaginarnos todo esto, tampoco será difícil pensar que lo que la “Iglesia” nos dice es lo que dice Dios sobre lo que debe decir la Iglesia.
Con eso me alcanza, basta de imaginar, ahora pensemos.
El eje desde donde se estructuran todas estas para mi imaginaciones (porque no soy creyente), es la Fe que aparece como la conciencia objetiva de algo enteramente subjetivo. Es la forma de “conocer” algo improbable, no por su falta de pruebas, sino por su incapacidad de ser factible de cognoscibilidad. Las propias características que se le dan a la “existencia” de Dios, a-temporal, conocedor de la verdad, omnipresente, hacen que sea imposible conocerlo.
Esta dificultad no es insalvable para el humano, cuya principal característica es intentar explicar aquello que no se puede. Algo hay que buscar, se dijo una vez alguien, porque una religión con un Dios que no se puede conocer, no tendría mucho éxito. “Creemos” una forma de lograr que aquello que es enteramente subjetivo se convierta en objetivo, hagamos presente lo ausente, hagamos lo creado creador.
¿Porqué digo objetiva? Lo que genera la Fe es tener las certezas de que Dios realmente existe, que después de la muerte hay otro etapa, y que es cuestión de seguir los mandatos revelados por Dios para obtener la vida eterna. Realmente el creyente está absolutamente convencido de la existencia de Dios, del mismo modo que está convencido que la revolución de Mayo fue en 1810 o que para calentar un café hay que dejarlo 30 segundo en el microondas. ¿Porqué digo subjetivo? Porque hace referencia a algo enteramente pensado a partir de la individualidad humana, y que seguramente genera tantas imágenes de Dios como personas lo piensan. La imagen de Dios es algo enteramente individual y “creado” a partir de esa individualidad.
Pero ¿porqué “crear” a Dios, por qué creer en él?, ¿Qué nos da?
Nos da aquello que el hombre más necesita y menos tiene, certezas.
¿Qué pasa con nuestra muerte? ¿Qué pasa con la muerte de los demás? ¿Qué será de nosotros? ¿Para qué vivir si todo se termina acá?
Dios logra que todas esas preguntas, sólo se las hagan aquellos que no creen en su existencia. Aquellos que desafortunadamente vivirán con la peor certeza de todas, aquella que dice que vos te vas a morir, y nada va a pasar después. E incluso mucho peor, volvamos a imaginar la existencia de Dios.
No estoy seguro de esto, pero creo que Dios castigará a todos aquellos infieles que no creen en él, es decir que encima de que tenés una vida miserable por no tener más certezas que la que vas a desaparecer, viene éste y te manda al infierno por toda la eternidad por el simple hecho de no creer en él. No está bien eso. Siempre es mucho más difícil ser ateo que creer en Dios. Dios reconforta, alivia, despreocupa, y en última instancia hace que no te muevas, que te quedés con tu certeza, que no preguntes, que no dudes “Dios reconforta, pero paraliza”. Incluso la duda sobre la existencia de Dios, es algo mal visto en la religión. Por el contrario, aquellos que no creen, viven preguntando, buscan, “investigan”, intentan explicar, dudan de todas las supuestas certezas, se mueven.
Y ahora yo me pregunto ¿porqué favorecer con el paraíso a aquellas personas paralizadas por la verdad de Dios, y hasta casi haraganes al no dudar ni siquiera de su existencia? ¿Porqué castigar a los que nos movemos, a los que intentamos dudar de todo lo que nos dicen, a los que en definitiva avanzamos?
Yo si fuese Dios, estaría más que contento con mi creación si mis “creados” dudasen de mi propia existencia, y se preguntaran y buscaran la verdadera verdad.
Pero soy una simple creación.

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