Luego de una breve desaparición de los campos de juego, y más que nada vinculado a cuestiones personales, vuelvo al blog, no creo que con más fuerza ni creatividad, pero vuelvo al fin. Y hablaremos, con cierto letargo como se ve, sobre nuestra querida fiesta patria: la pascua...
Haciendo un poco de historia (más bien fábula, cuento, mito, y todo lo no-vinculado con la historia) la Pascua se celebra en conmemoración del escape del pueblo elegido (elegido por muchos) del hostigamiento de nuestros grandes amigos los faraones egipcios. Aquella gran historia en donde Dios castiga con siete plagas al pueblo de egipto y con una al resto del mundo para siempre... Moisés..., que luego de ver una planta parlante en el Monte Sinaí (que planta se debería haber fumado el) guío al pueblo elegido para escarpar de los egipcios atravesando, previa división de las aguas, el Mar Rojo.
Esta versión es la judía, ahora vayamos con una no menos fantástica, la cristiana. Que en realidad no cambia demasiado, porque Jesús, hijo de Dios mismo, resucitó luego de tres días un domingo de pascuas hebrea. De ahí en más es que se re-significa la fiesta de la Pascua transformándose no ya en un escape glorioso de egipto a la tierra prometida, sino que ahora es una escape de la tierra prometida al cielo prometido. Demasiadas promesas.
Esta interminable lista de escapes, ya que Moisés también se había escapado de sus padres adoptivos, previo surf por las costas del Nilo en una cesta homónima, ha continuado una y otra vez repetida interminables veces, aunque nadie se de cuenta.
A manera de homenaje encubierto o de simple repetición de la historia, todo el mundo escapa de sus miserables vidas tratando de encontrar en lugares distantes un alivio a su sufrimiento. Así que, como todos estamos formados a semejanza de Dios, hacemos las mismas cosas, pensamos de la misma manera, y nos vamos a los mismos lugares de vacaciones en Semana Santa. Todos nos vamos a Tandil, a Mar del Plata, a Córdoba a Merlo, consiguiendo que estos lugares maravillosos se vuelvan las misma mierda de donde vienen los turistas. Es decir, todo el mundo se escapa de lugares oscurantistas, deprimentes, lúgubres para llegar a lugares extraordinarios, lo cual genera que estos lugares maravillosos se vuelvan igual o más deprimentes que los lugares de origen.
Quizás, el hijo de Dios no vino a salvarnos del Pecado Original, sino que tan sólo vino a salvar la mentalidad, más bien estúpida del turista.
Haciendo un poco de historia (más bien fábula, cuento, mito, y todo lo no-vinculado con la historia) la Pascua se celebra en conmemoración del escape del pueblo elegido (elegido por muchos) del hostigamiento de nuestros grandes amigos los faraones egipcios. Aquella gran historia en donde Dios castiga con siete plagas al pueblo de egipto y con una al resto del mundo para siempre... Moisés..., que luego de ver una planta parlante en el Monte Sinaí (que planta se debería haber fumado el) guío al pueblo elegido para escarpar de los egipcios atravesando, previa división de las aguas, el Mar Rojo.
Esta versión es la judía, ahora vayamos con una no menos fantástica, la cristiana. Que en realidad no cambia demasiado, porque Jesús, hijo de Dios mismo, resucitó luego de tres días un domingo de pascuas hebrea. De ahí en más es que se re-significa la fiesta de la Pascua transformándose no ya en un escape glorioso de egipto a la tierra prometida, sino que ahora es una escape de la tierra prometida al cielo prometido. Demasiadas promesas.
Esta interminable lista de escapes, ya que Moisés también se había escapado de sus padres adoptivos, previo surf por las costas del Nilo en una cesta homónima, ha continuado una y otra vez repetida interminables veces, aunque nadie se de cuenta.
A manera de homenaje encubierto o de simple repetición de la historia, todo el mundo escapa de sus miserables vidas tratando de encontrar en lugares distantes un alivio a su sufrimiento. Así que, como todos estamos formados a semejanza de Dios, hacemos las mismas cosas, pensamos de la misma manera, y nos vamos a los mismos lugares de vacaciones en Semana Santa. Todos nos vamos a Tandil, a Mar del Plata, a Córdoba a Merlo, consiguiendo que estos lugares maravillosos se vuelvan las misma mierda de donde vienen los turistas. Es decir, todo el mundo se escapa de lugares oscurantistas, deprimentes, lúgubres para llegar a lugares extraordinarios, lo cual genera que estos lugares maravillosos se vuelvan igual o más deprimentes que los lugares de origen.
Quizás, el hijo de Dios no vino a salvarnos del Pecado Original, sino que tan sólo vino a salvar la mentalidad, más bien estúpida del turista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario