miércoles, 13 de febrero de 2008

Vida Repetida


Hace ya un tiempo que por suerte no le doy mucha bolilla a la televisión. No se si es porque se me rompió la tele un tiempo y me acostumbré a su ausencia o simplemente porque me desagrada tanto lo que veo que, como un acto reflejo de supervivencia, decido cambiar.
Pero, a pesar de mis bien mentados instintos naturales, de vez en cuando uno desafía la naturaleza misma y se arriesga a quedar televisado (idiotizado) de por vida. Me arriesgué, todavía no observé las consecuencias, pero algo cambio en lo más hondo de mí: “Estamos mal pero…” vamos peor.
Y llegué a una conclusión, ya mentada con anterioridad, pero totalmente fortalecida. La TV es mala.
No por un mero carácter mefistofélico y moralista en donde aparece la TV como un verdadero designio del diablo, no… nada de eso.
Es mala por chata, por pacata, por poco original, por mercantilista, por absurda. En definitiva es mala por FEA. No hay belleza en la televisión.
Y tras que es fea, nos la repiten eternamente hasta el hartazgo. Hay un centenar de programas que hablan sobre la TV, pero no en un sentido de crítica, ni siquiera en un sentido de apoyo. No, tan solo de lo que pasa en ella: tal programa dio esta nota, tal otro esta otras.
Y esta repetición eterna, también genera que ciertos detalles luminosos entre tanta mugre se vuelvan polvo. Lo bello suele ser escaso, si lo repetimos y lo clonamos, lo vulgarizamos. Un cuadro es bello, por ser único (lo que no significa que todas las cosas únicas sean bellas). ¿Qué pasaría con Los Girasoles de Van Gogh si cada uno de nosotros tuviera un cuadro exactamente igual? Se corta la otra oreja, la clona y nos la manda a todos.

Y estaba enojado y escribí esto… seguramente otra vez que prenda la tele me voy a volver a enojar y continuaré. Tengo sueño.
Que sueñen con los Angelillos…

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