Menos de lo Mismo es una forma de aportar menos de lo mismo a estos lúgubres sitios donde desafortunadamente nos ha tocado vivir. Digo menos de lo mismo y no nada de lo mismo, porque se me va a hacer muy difícil salir de la mediocridad habitual de la que formo parte. Ni etiquetas ni temas. Simplemente lo que quiero.
viernes, 28 de octubre de 2011
miércoles, 19 de octubre de 2011
Chusmas
Pequeño texto experimental porque nunca había escrito diálogos. Creo que esta idea da para otra cosa mas grande... pero para empezar a experimentar zafa.
Abrí la ventana
El qué?
La ventana, abrí, mirá para afuera.
Con la mayor paciencia que podía llegar a acumular, por no decir que estaba hinchada las bolas, Margarita abrió la ventana por trigésima novena vez aquella semana de noviembre. Asoma la cabeza como toda vieja chusma y mira al vecino.
Y… qué está haciendo?.
Nada, está parado en el zaguán, fumando un cigarrillo. Con cara de boludo como siempre.
Ay, no hables así del Carlos. Con esa cara es el único que labura.
Labura?... ir a pedirle plata al tío no es trabajar.
Pero si le hace los mandados.
Ja!, va a comprar 3 kilos de papa, se queda con dos y le garronea el vuelto.
Ahí mira para acá, cerrá, cerrá.
Hace calor, dejá que entre aire
Pero nos va a ver.
Hace cuatros meses que nos ve.
El Carlos termina el cigarrillo mientras las amigas siguen discutiendo entre cerrar o abrir la ventana. Se da vuelta elegantemente y entra por la puerta de su casa. Ni Carlos ni la casa estaban muy bien, pero para esa cuadra no había nada mejor.
Si la casa tenía un reboque caído, Carlos tenía manchado el pantalón, si la persiana estaba torcida, tenía largo el dobladillo, si el picaporte no combinaba con la puerta, ni hablemos de la corbata. Una simbiosis tan extrema era difícil de encontrar en la naturaleza, y más aún en una inmobiliaria. Pero a Isabel le encantaba.
Y… entró?
Si seguís así va a pensar que ando atrás yo. Dejá de hinchar.
Bueno, me abatato. ¿Qué querés que haga?
Qué salgas, le golpees la puerta y le digas.
Claro y me muero en plena calle?
No es para tanto. ¿Vas a esperar a que enviude?
No, capaz que la mato antes.
Las dos se ríen acaloradamente del chiste negro aunque detrás de todo ese manto de nerviosismo, temor y abatatamiento algo en serio había. Esa chiruza no me puede haber sacado el candidato, ni sabe cocinar, se decía para adentro cada vez que sonrientemente la saludaba cuando se la cruzaba en la calle. Y digamos la verdad, la otra era una verdadera chiruza, sin miedo a equivocarnos, podríamos llegar a decir que entre el Carlos y la Victoria no hacían uno.
Noviembre transcurrió del mismo modo, que abras, que cierres, que vayas, que le digas, que todo, que la mato, que nada. Pero ahora, con la calor que venía de la calle Rodríguez la ventana estaba siempre abierta y tenían la excusa ideal para estar todo el día cebando esa pava vacía y haciendo que tomaban mate.
El verano es el tiempo ideal para las chusmas porque no necesitan esconderse para mirar al vecino entrar tarde y borracho, no necesitan mover la cortinita para ver a Gladis tirarle la basura al de al lado, ni tampoco salir a barrer la vereda para ver si la de esquina sigue comprando cuarenta sifones por día.
“Hay que calor”, decían las dos al unísono antes de decir buen día. “Menos mal que tenemos un gran ventanal que se abre de par en par, sino ahí adentro nos sofocamos”, decían antes de despedirse. Y como si fuera un paraguas legal, estaban cubiertas de lo que todo el mundo sabía, que Isabel andaba atrás del Carlos, que Margarita iba a morirse soltera y que las dos eran las más chusmas del barrio.
Barrio era una forma elegante de llamar a ese sitio abandonado. Quizás había que referirse a cuatro cuadras de barro o polvo según el clima, “El vencido” famoso bar de mus y a una serie de casas que transitaban entre el tolderío más pampeano, pasando por el chaperío de la revolución industrial y terminando en la posmodernidad de los ladrillos huecos.
¿Pusiste el agua? Hoy tengo ganas de mate.
Mucho calor, le ponemos agua fria.
¿Tereré?
Si, ¿porqué no?
Ay Isabel, me voy de vientre con el tereré. Te acordás el viaje que hicimos por el Paraná. Todo el viaje de vuelta…
La conversación se interrumpe de inmediato ante la proximidad de unos gritos ensordecedores que venían de enfrente. “Corré, corré. Abrí la persiana” gritó Isabel pero ya era tarde. Aún a pesar del esfuerzo de Margarita cuando llegó ya todo se había silenciado y volvió a su perpetua normalidad.
¿Qué pasó, viste algo?
No nada.
Pero los gritos? Eran de la yegua esa no?
¿Cuál de todas? (Preguntó Margarita a propósito para enterrarle una pequeña daga en el pecho a su amiga)
Victoria, la del Carlos.
Te parece? (girándole el cuchillo despacito)
Pero claro, era ella. Quien si no? Mirá, la puerta. Carlos?.
La puerta se abrió despacio y el Carlos salía con una valija en sus manos y con el cigarrillo en la boca. Como bien decía Margarita, siempre con esa cara de boludo, pero ahora un poco más triste por la situación. Seguramente venía de hacía tiempo, no podía ser que tenga la valija ya lista meditaron las amigas un rato después mientras instalaron las sillas en la vereda para prevenir cualquier eventualidad. Tanto el entusiasmo que Margarita ni se había dado cuenta que el agua ya estaba helada, pero ni le molestó tomar tereré. Nunca le había caído tan bien.
Esperaron un rato largo sentadas sacando conclusiones y haciéndose películas de los motivos reales, aparentes y ficticios de la supuesta pelea, que supuestamente escucharon. En realidad lo único que sabían es que había habido gritos, pero no estaban muy seguras que los haya hecho la yegua. El Carlos tiene una mina que conoció en lo del Tío, seguro la enfermera, la sobrina de Martínez el del Bar, que lo debe haber engatusado con ese vestido horrible que se pone todos los días y con el peinado de Briggitte Bardot copiado de la revista que la manca peluquera le hizo. La yegua los debe haber visto medio arrimados algún día y lo apuró al Carlos, que boludo como es se vendió fácil y le contó todo. “Si, así es”, dijeron las dos y juzgaron el caso como cerrado.
El Carlos no volvió más, la Yegua se mudó, las amigas siguieron abriendo las ventanas todos los días y continuaron recreándose películas en su cabeza, que aunque parezca mentira siempre la pegaban. Extraña racionalidad la de las chusmas, que arman de un rompecabezas de datos cualquiera, una historia de vida.
Abrí la ventana
El qué?
La ventana, abrí, mirá para afuera.
Con la mayor paciencia que podía llegar a acumular, por no decir que estaba hinchada las bolas, Margarita abrió la ventana por trigésima novena vez aquella semana de noviembre. Asoma la cabeza como toda vieja chusma y mira al vecino.
Y… qué está haciendo?.
Nada, está parado en el zaguán, fumando un cigarrillo. Con cara de boludo como siempre.
Ay, no hables así del Carlos. Con esa cara es el único que labura.
Labura?... ir a pedirle plata al tío no es trabajar.
Pero si le hace los mandados.
Ja!, va a comprar 3 kilos de papa, se queda con dos y le garronea el vuelto.
Ahí mira para acá, cerrá, cerrá.
Hace calor, dejá que entre aire
Pero nos va a ver.
Hace cuatros meses que nos ve.
El Carlos termina el cigarrillo mientras las amigas siguen discutiendo entre cerrar o abrir la ventana. Se da vuelta elegantemente y entra por la puerta de su casa. Ni Carlos ni la casa estaban muy bien, pero para esa cuadra no había nada mejor.
Si la casa tenía un reboque caído, Carlos tenía manchado el pantalón, si la persiana estaba torcida, tenía largo el dobladillo, si el picaporte no combinaba con la puerta, ni hablemos de la corbata. Una simbiosis tan extrema era difícil de encontrar en la naturaleza, y más aún en una inmobiliaria. Pero a Isabel le encantaba.
Y… entró?
Si seguís así va a pensar que ando atrás yo. Dejá de hinchar.
Bueno, me abatato. ¿Qué querés que haga?
Qué salgas, le golpees la puerta y le digas.
Claro y me muero en plena calle?
No es para tanto. ¿Vas a esperar a que enviude?
No, capaz que la mato antes.
Las dos se ríen acaloradamente del chiste negro aunque detrás de todo ese manto de nerviosismo, temor y abatatamiento algo en serio había. Esa chiruza no me puede haber sacado el candidato, ni sabe cocinar, se decía para adentro cada vez que sonrientemente la saludaba cuando se la cruzaba en la calle. Y digamos la verdad, la otra era una verdadera chiruza, sin miedo a equivocarnos, podríamos llegar a decir que entre el Carlos y la Victoria no hacían uno.
Noviembre transcurrió del mismo modo, que abras, que cierres, que vayas, que le digas, que todo, que la mato, que nada. Pero ahora, con la calor que venía de la calle Rodríguez la ventana estaba siempre abierta y tenían la excusa ideal para estar todo el día cebando esa pava vacía y haciendo que tomaban mate.
El verano es el tiempo ideal para las chusmas porque no necesitan esconderse para mirar al vecino entrar tarde y borracho, no necesitan mover la cortinita para ver a Gladis tirarle la basura al de al lado, ni tampoco salir a barrer la vereda para ver si la de esquina sigue comprando cuarenta sifones por día.
“Hay que calor”, decían las dos al unísono antes de decir buen día. “Menos mal que tenemos un gran ventanal que se abre de par en par, sino ahí adentro nos sofocamos”, decían antes de despedirse. Y como si fuera un paraguas legal, estaban cubiertas de lo que todo el mundo sabía, que Isabel andaba atrás del Carlos, que Margarita iba a morirse soltera y que las dos eran las más chusmas del barrio.
Barrio era una forma elegante de llamar a ese sitio abandonado. Quizás había que referirse a cuatro cuadras de barro o polvo según el clima, “El vencido” famoso bar de mus y a una serie de casas que transitaban entre el tolderío más pampeano, pasando por el chaperío de la revolución industrial y terminando en la posmodernidad de los ladrillos huecos.
¿Pusiste el agua? Hoy tengo ganas de mate.
Mucho calor, le ponemos agua fria.
¿Tereré?
Si, ¿porqué no?
Ay Isabel, me voy de vientre con el tereré. Te acordás el viaje que hicimos por el Paraná. Todo el viaje de vuelta…
La conversación se interrumpe de inmediato ante la proximidad de unos gritos ensordecedores que venían de enfrente. “Corré, corré. Abrí la persiana” gritó Isabel pero ya era tarde. Aún a pesar del esfuerzo de Margarita cuando llegó ya todo se había silenciado y volvió a su perpetua normalidad.
¿Qué pasó, viste algo?
No nada.
Pero los gritos? Eran de la yegua esa no?
¿Cuál de todas? (Preguntó Margarita a propósito para enterrarle una pequeña daga en el pecho a su amiga)
Victoria, la del Carlos.
Te parece? (girándole el cuchillo despacito)
Pero claro, era ella. Quien si no? Mirá, la puerta. Carlos?.
La puerta se abrió despacio y el Carlos salía con una valija en sus manos y con el cigarrillo en la boca. Como bien decía Margarita, siempre con esa cara de boludo, pero ahora un poco más triste por la situación. Seguramente venía de hacía tiempo, no podía ser que tenga la valija ya lista meditaron las amigas un rato después mientras instalaron las sillas en la vereda para prevenir cualquier eventualidad. Tanto el entusiasmo que Margarita ni se había dado cuenta que el agua ya estaba helada, pero ni le molestó tomar tereré. Nunca le había caído tan bien.
Esperaron un rato largo sentadas sacando conclusiones y haciéndose películas de los motivos reales, aparentes y ficticios de la supuesta pelea, que supuestamente escucharon. En realidad lo único que sabían es que había habido gritos, pero no estaban muy seguras que los haya hecho la yegua. El Carlos tiene una mina que conoció en lo del Tío, seguro la enfermera, la sobrina de Martínez el del Bar, que lo debe haber engatusado con ese vestido horrible que se pone todos los días y con el peinado de Briggitte Bardot copiado de la revista que la manca peluquera le hizo. La yegua los debe haber visto medio arrimados algún día y lo apuró al Carlos, que boludo como es se vendió fácil y le contó todo. “Si, así es”, dijeron las dos y juzgaron el caso como cerrado.
El Carlos no volvió más, la Yegua se mudó, las amigas siguieron abriendo las ventanas todos los días y continuaron recreándose películas en su cabeza, que aunque parezca mentira siempre la pegaban. Extraña racionalidad la de las chusmas, que arman de un rompecabezas de datos cualquiera, una historia de vida.
sábado, 24 de septiembre de 2011
Los durmientes
Parecía mentira pero después de recorrer 200 kilómetros por el desierto, el tren se encontraba, como si fuese un oasis, con una pequeña luz, que para lo que era ese lugar, parecía una de las estaciones más fastuosas de Inglaterra.
Un simple palo corroído y gastado por los vientos de la Patagonia, que hacía de base de un pequeño foco, titilante, tembloroso, que siempre parecía estar por apagarse, aún cuando ya hacía unos cuantos años que estaba en servicio. Este faro desértico era el símbolo de una estación de tren.
A lo lejos y desde la ventanilla parecía una solitaria luciérnaga que se acercaba lentamente entre el traqueteo de los durmientes y las vigas. Quizás ahí, los durmientes tenían más significado que en otros sitios, todo parecía no existir y dormitar en ese letargo propio del desierto. Alguien decía que el tiempo en el desierto no transcurre, pero creo que se equivocaba, en el desierto el tiempo pasa demasiado rápido, tan rápido que no nos damos ni cuenta.
El tren comienza a desacelerar y la luciérnaga se hace más grande hasta que se detiene justo sobre mi ventanilla. Estaba en el centro de esa estación de tren, pero todavía no había movimiento, nada parecía alterar ese juego de sombras. La noche estaba clara y los objetos no parecían reales, eran objetos anónimos, siluetas vacías de contenido, como en la caverna de platón, ni el arbusto era una planta, ni el alambrado era una señal de propiedad privada.
Un minuto, quizás dos, estuve mirando hacia el costado esperando que algo transforme esa realidad. Lo único que se movía era el reflejo de mis ojos sobre la ventanilla ennegrecida por el polvo.
El silbato resuena estridente con más energía que nunca y se sienten las pequeñas vibraciones del tren arrancando. La luciérnaga se traslada lentamente por el costado de la ventana, mientras me preguntaba porqué se había detenido en ese lugar.
Con el tren en movimiento veo justo debajo de la luz una figura humana que el farol no llegaba a iluminar, quieta y grisácea pero que se desprendía de ese fondo desértico.
La luz, el palo y la estación toman sentido. El tren se detiene y la silueta se hace mujer cuando sube al vagón.
Otra vez el temblor, otra vez arranca. El polvo levantado por el tren terminó de cubrir esa la luz y el desierto volvió a ser desierto.
lunes, 4 de julio de 2011
La muestra Itinerante del BAFICI se viene pa´ tandil
La 13° edición del BAFICI Itinerante se llevará a cabo en distintas ciudades del país entre agosto y diciembre de 2011, organizada por el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en colaboración con instituciones locales.
El BAFICI es un evento cultural que contribuyó a mejorar y a transformar los modos de ver y de hacer cine en Argentina. La diversidad y el riesgo estético de su programación y la posibilidad que ofrece de aproximar espectadores, críticos y cineastas a las nuevas tendencias del cine del presente y del futuro fueron haciendo crecer su relevancia en nuestra ciudad y en todo el mundo cinematográfico.
Uno de los principales objetivos del BAFICI es irradiar ese poder de transformación más allá de las dos semanas anuales que dura y más allá de la Ciudad de Buenos Aires. BAFICI Itinerante es ese esfuerzo por expandir su oferta a las ciudades más importantes de Argentina que, de manera creciente, demandan la posibilidad de acceder a esas películas. Se creó en 1999, con la primera edición del Festival, por la necesidad de generar espacios alternativos de exhibición en otras urbes y localidades del resto del país de obras cinematográficas que no llegan habitualmente a las carteleras comerciales.
BAFICI Itinerante comenzará el 3 de agosto en la Ciudad de Mendoza (3 al 7 de agosto) abriendo la muestra con Los Marziano con la presencia de Ana Katz y parte del notable elenco-, y continuará hasta mediados de diciembre de 2011. Mendoza, Neuquén, Bahía Blanca, Rosario, Córdoba, Santa Fe, Paraná, Viedma, Tandil, La Plata, Bariloche, Cipoletti, Resistencia y Montevideo serán algunas de las ciudades que participarán en este recorrido.
En BAFICI Itinerante se proyectarán películas pertenecientes a las distintas secciones de la 13° edición del Festival. Se presentarán la mayoría de los films premiados y películas argentinas como El Estudiante de Santiago Mitre; Yatasto de Hermes Paralluelo; Las Piedras de Román Cárdenas; La carrera del animal de Nicolás Grosso, Ostende de Laura Citarella. Además de títulos de gran relevancia en los festivales internacionales de cine como Norberto apenas tarde de Daniel Hendler, y una extensa lista de descubrimientos y valiosos títulos como Sipo'hi El lugar del manduré de Sebastián Lingiardi; Novias Madrinas 15 años de Diego y Pablo Levy; Hoy no tuve miedo de Iván Fund; La peli de Batato de Goyo Anchou y Peter Pank; Moacir de Tomás Lipgot; Creo que te amo de Germán Greco entre muchos otros.
Participarán también títulos fundamentales del cine internacional como La vida útil (Uruguay-España) de Federico Veiroj; La vida sublime (España) de Daniel V. Villamediana, True Love (España) de Ion de Sosa; Música campesina (Estados Unidos/Chile) de Alberto Fuguet; La muerte de Pinochet (Chile) de Bettina Perut e Iván Osnovikof, entre otros.
A toda esta programación se sumarán directores y productores argentinos que viajarán a las distintas sedes para realizar encuentros con el público.
La presencia de invitados en las sedes es sustancial, ya que además de las presentaciones de las películas y posteriores sesiones de preguntas y respuestas, en las distintas sedes del BAFICI Itinerante se organizan talleres, mesas debate y diversas actividades abiertas a todo público.
El BAFICI es un evento cultural que contribuyó a mejorar y a transformar los modos de ver y de hacer cine en Argentina. La diversidad y el riesgo estético de su programación y la posibilidad que ofrece de aproximar espectadores, críticos y cineastas a las nuevas tendencias del cine del presente y del futuro fueron haciendo crecer su relevancia en nuestra ciudad y en todo el mundo cinematográfico.
Uno de los principales objetivos del BAFICI es irradiar ese poder de transformación más allá de las dos semanas anuales que dura y más allá de la Ciudad de Buenos Aires. BAFICI Itinerante es ese esfuerzo por expandir su oferta a las ciudades más importantes de Argentina que, de manera creciente, demandan la posibilidad de acceder a esas películas. Se creó en 1999, con la primera edición del Festival, por la necesidad de generar espacios alternativos de exhibición en otras urbes y localidades del resto del país de obras cinematográficas que no llegan habitualmente a las carteleras comerciales.
BAFICI Itinerante comenzará el 3 de agosto en la Ciudad de Mendoza (3 al 7 de agosto) abriendo la muestra con Los Marziano con la presencia de Ana Katz y parte del notable elenco-, y continuará hasta mediados de diciembre de 2011. Mendoza, Neuquén, Bahía Blanca, Rosario, Córdoba, Santa Fe, Paraná, Viedma, Tandil, La Plata, Bariloche, Cipoletti, Resistencia y Montevideo serán algunas de las ciudades que participarán en este recorrido.
En BAFICI Itinerante se proyectarán películas pertenecientes a las distintas secciones de la 13° edición del Festival. Se presentarán la mayoría de los films premiados y películas argentinas como El Estudiante de Santiago Mitre; Yatasto de Hermes Paralluelo; Las Piedras de Román Cárdenas; La carrera del animal de Nicolás Grosso, Ostende de Laura Citarella. Además de títulos de gran relevancia en los festivales internacionales de cine como Norberto apenas tarde de Daniel Hendler, y una extensa lista de descubrimientos y valiosos títulos como Sipo'hi El lugar del manduré de Sebastián Lingiardi; Novias Madrinas 15 años de Diego y Pablo Levy; Hoy no tuve miedo de Iván Fund; La peli de Batato de Goyo Anchou y Peter Pank; Moacir de Tomás Lipgot; Creo que te amo de Germán Greco entre muchos otros.
Participarán también títulos fundamentales del cine internacional como La vida útil (Uruguay-España) de Federico Veiroj; La vida sublime (España) de Daniel V. Villamediana, True Love (España) de Ion de Sosa; Música campesina (Estados Unidos/Chile) de Alberto Fuguet; La muerte de Pinochet (Chile) de Bettina Perut e Iván Osnovikof, entre otros.
A toda esta programación se sumarán directores y productores argentinos que viajarán a las distintas sedes para realizar encuentros con el público.
La presencia de invitados en las sedes es sustancial, ya que además de las presentaciones de las películas y posteriores sesiones de preguntas y respuestas, en las distintas sedes del BAFICI Itinerante se organizan talleres, mesas debate y diversas actividades abiertas a todo público.
domingo, 26 de junio de 2011
Hinchas y barras rompen con la gloria.
Tristeza por descender, por ver al equipo en crisis, pero más que nada por ver al club destruido. Ese estadio que hace exactamente 15 años festejó la segunda copa libertadores, donde en algún momento se alzó la primera copa del mundo, aunque nunca nos la deberían haber dado.
Ese estadio, que no por casualidad se llama Monumental, porque realmente lo es, ahora está en ruinas, aniquilado por el fútbol y aniquilado por hinchas y barras.
Porque no seamos ingenuos, la gran mayoría de los criminales que destruyeron el símbolo de River son barrabravas, pero muchos otros son simples hinchas como yo, que ante la locura y ante la desesperación reaccionaron de la peor manera posible haciéndose ellos mismos los dueños del problema.
Desde hace 10 años las cosas se están haciendo mal, dirigencialmente y deportivamente y todo trae sus consecuencias. Hoy en River, la última pata que quedaba libre, la de los hinchas, quedó rota.
Los barras ¿porqué destruyen todo? Obviamente que River se vaya a la B significa para estos delincuentes, con vínculos con los dirigentes de River y con las altas esferas políticas del Estado y de la Ciudad, perder mucha plata. Los barras pierden guita y mucha, y por eso su bronca. Porcentaje de pases, empleos públicos, venta de entradas, cobro de estacionamiento, venta de drogas y cobro por aprietas representan para unas mil personas (los barras) una ingreso alto y seguro.
No les importa la camiseta ni el aguante ni nada, pierden plata. Cuando River pierde ellos se quedan sin laburo, que es ser profesionales del aguante, de la violencia y de las apretadas.
Son los mismos que después están en lo actos políticos, en muchos aprietas a manifestantes que no convienen ni a la Ciudad ni a Nación. Todos saben quienes son y todos dicen combatirlos. Hasta los periodistas deportivos que no cabe duda que muchos de ellos tienen arreglos con los barras, por miedo o por cómplices.
Irnos a la B es una simple circunstancia o momento de crisis, que no va a durar mucho y todos sabemos que el año que viene festejaremos el ascenso. Pero estos hijos de puta, que viven del club y que encima lo destruyen van a estar y se van a quedar. Y van a seguir cagándose de risa delante nuestro, porque en la B, en la C o donde sea van a seguir chupando la poca sangre que ahora le queda a River, y lo peor de todo, es que ellos mismos, profesionales del “aguante”, se van a jactar de que son los que más cantan, de que aguantan los trapos y no se que otra mierda.
Ellos destruyen el club de nuestros amores, y encima nos dicen que lo defienden. Y muchos, y muchísimos, cada vez que entran los delincuentes a la cancha cantan “llegan los borrachos del tablón…” siendo cómplices de estos delincuentes que destruyen el club, con sus principales cómplices, los dirigentes y algunos jugadores.
No tenemos salida, mientras todo el ambiente del fútbol haga negocios con los barras, mientras los hinchas en vez de putearlos los alientan, no hay salida.
Vamos a volver a la A, vamos a volver ganar la Libertadores y vamos a volver a salir campeones del mundo, pero estos hijos de puta se van a quedar, y nos van a seguir cagando a costa de la Gloria de 110 años.
jueves, 23 de junio de 2011
Sobre los Documentales Solidarios
La solidaridad siempre apareció como un mecanismo reconfortante para una burguesía que cada tanto se apiadaba de lo que indirectamente generaba, hambruna, enfermedades, desigualdades y exclusión. Y aún antes de que podamos identificar a la burguesía como clase históricamente reconocible, la solidaridad siempre estuvo de la mano de aquel sector que detentaba el poder y que indefectiblemente dejaba a la mayoría de la población en la miseria absoluta.
Pero ¿porqué la solidaridad es habitual de parte de los dominantes? Porque claramente es una forma de paliar momentáneamente una situación crítica, sin por eso cambiar estructuralmente las causas de ese problema. Hay hambre, juntamos arroz, se acaba el arroz, hay hambre, juntamos arroz, etc. La solidaridad no se plantea en ningún momento la pregunta de ¿porqué hay hambre? No se la pregunta porque desde ese momento no es más solidaridad y se transforma en intento de cambio real.
La solidaridad es un acto autoritario que ejerce un poderoso (políticamente, económicamente, o que simplemente está mejor parado que el otro) de manera vertical y que tiene el objetivo final de demostrar su lugar sin mejorar la situación real del “ayudado”. Ayudo, me siento mejor (no tan culpable) pero también demuestro quien soy yo y sobre todo quien sos vos.
Pero la solidaridad toma muchos mecanismos diferentes y es inevitable que en la era de la imagen, en la era de las multi-pantallas la solidaridad tome nuevos cauces vinculados al arte.
Obviamente la televisión y sus mecanismos de escándalo(1), toma la delantera con sus informes melodramáticos sobre problemas en la sociedad e intenta generar, desde el mismo establishment, una sensación de culpabilidad en el espectador.
Los grandes medios, las grandes cadenas de comunicación exponen con todos los recursos televisivos a su disposición (grandes titulares, música elocuente, preguntas hábiles y montaje artificioso) una situación de absoluta desesperación en una víctima específica, sea por un desastre natural, por la hambruna, o por la violencia. El objetivo final es generar en el espectador medio un sentimiento dramático y de culpa. Quizás también debe estar ligada al miedo, pero eso ya es otro tema.
Recuerdo, en plena crisis del 2001, ese informe en Santiago del Estero sobre los niños llorando de hambre que tuvo gran repercusión en los medios que alcanzó el paroxismo en los programas de “chimentos”. Fue tal el impacto de la nena llorando que Jorge Rial lloró en su programa y se organizó una especie de colecta para paliar la situación de la niña y su familia. Obviamente, como era de esperar una semana después nadie se acordaba de nada, y lo más probable es que esta niña haya muerto.
Toda una generación recordará las filmaciones de los niños hambrientos en Africa, de los incendios en la guerra de Vietnam y de las primeras fotografías de las víctimas en Hiroshima y Nagasaki.
Pero este mostrar sin más, es exactamente el mismo mecanismo de la solidaridad aplicado a la imagen. Muestro una situación dada (hay hambre), genero culpa en el espectador (juntamos arroz), el film termina y nos vamos de la sala.
Ayer vi un par de documentales de Marcelo Bukin solventados por algo así como Global Fundation, no recuerdo bien el nombre, en donde se mostraban a niños de toda Latinoamérica en situaciones críticas de trabajo esclavo, de abandono y con enfermedades. Situaciones realmente espantosas que ocurren en todo el mundo, en todo momento, y seguro que en la esquina de mi casa está pasando algo similar.
La cámara prolijamente instalada, un buen sonido, buenos encuadres, lo que se podría hablar de un documental sobrio que expone un situación dada, o mejor dicho muestra. En realidad no expone, ya que no da ninguna explicación de lo que está sucediendo.
Niños trabajando a destajo haciendo ladrillos, niños comiendo en basurales, niños huérfanos y abandonados por sus padres, pero nunca sabemos porque es que ocurre esta situación. Simplemente se nos muestra.
No hay problematización de la situación, todo parece natural. Me animo a decir que está mostrado como natural. Existen los pobres y aquí se los mostramos. Cómo en un circo enjaulados por la pantalla vemos lo exótico y lo pintoresco de la pobreza, de la humillación y de la exclusión.
Para estos documentales no importa la razón de porqué los padres abandonan a sus hijos en Nicaragua, ni porqué en el Lago Titi-Caca vive una familia de tres chicos huérfanos de la pesca y el mascado de juncos. Es así, y eso es suficiente para mostrarlo y con ello generar un espectáculo.
En algún momento escuché que la única forma de caminar, que la única forma de avanzar es preguntando y no dar nada por sentado. El mismo avanzar, este mismo movimiento es el cambio, y si no se pregunta no se cambia, se mantiene el statu quo cuando nadie pregunta nada y cuando todo es natural.
Documentales-Solidarios es el término que se me ocurrió para nombrar a estas filmaciones que aplican los mismos mecanismos de la solidaridad sin problematizar lo que se está mostrando. Espectáculo y escándalo unidos forman estos documentales que tienden a mantener el estado de cosas actuales.
Un verdadero documental debe generar dos mecanismos de cambio, por un lado en el espectador y por otro lado en aquellas personas filmadas.
Para los espectadores la única forma es preguntarse en el mismo documental sobre las causas de esos problemas o plantear las preguntas necesarias para que cada uno pueda problematizar. Mostrar sin más, es un espectáculo que termina rápido y se olvida aún más rápido.
Lo otro ya es más complejo. ¿Cómo hacer para que un documental pueda servir como punto de partida para modificar la situación de crisis de las personas filmadas en ese documental?. Algo difícil de saber, pero me imagino que la única forma es que ellos mismos sean parte del documental, no sólo como protagonistas, sino como realizadores de la historia de sus vidas.
(1)La prensa amarilla surgió como una forma nueva de hacer periodismo para atraer un público cansado de la “seriedad” histórica de los diarios, destacando aquellas noticias que más morbo podían generar en la población. Los fraudes, las peleas entre famosos, los errores de los políticos y los grandes crímenes tomaron la primera plana y ya no la abandonarían. La televisión y específicamente los noticieros encontraron en el sensacionalismo la oportunidad de generar un impacto inmediato y llamar la atención del espectador utilizando sus propios recursos.
Pero ¿porqué la solidaridad es habitual de parte de los dominantes? Porque claramente es una forma de paliar momentáneamente una situación crítica, sin por eso cambiar estructuralmente las causas de ese problema. Hay hambre, juntamos arroz, se acaba el arroz, hay hambre, juntamos arroz, etc. La solidaridad no se plantea en ningún momento la pregunta de ¿porqué hay hambre? No se la pregunta porque desde ese momento no es más solidaridad y se transforma en intento de cambio real.
La solidaridad es un acto autoritario que ejerce un poderoso (políticamente, económicamente, o que simplemente está mejor parado que el otro) de manera vertical y que tiene el objetivo final de demostrar su lugar sin mejorar la situación real del “ayudado”. Ayudo, me siento mejor (no tan culpable) pero también demuestro quien soy yo y sobre todo quien sos vos.
Pero la solidaridad toma muchos mecanismos diferentes y es inevitable que en la era de la imagen, en la era de las multi-pantallas la solidaridad tome nuevos cauces vinculados al arte.
Obviamente la televisión y sus mecanismos de escándalo(1), toma la delantera con sus informes melodramáticos sobre problemas en la sociedad e intenta generar, desde el mismo establishment, una sensación de culpabilidad en el espectador.
Los grandes medios, las grandes cadenas de comunicación exponen con todos los recursos televisivos a su disposición (grandes titulares, música elocuente, preguntas hábiles y montaje artificioso) una situación de absoluta desesperación en una víctima específica, sea por un desastre natural, por la hambruna, o por la violencia. El objetivo final es generar en el espectador medio un sentimiento dramático y de culpa. Quizás también debe estar ligada al miedo, pero eso ya es otro tema.
Recuerdo, en plena crisis del 2001, ese informe en Santiago del Estero sobre los niños llorando de hambre que tuvo gran repercusión en los medios que alcanzó el paroxismo en los programas de “chimentos”. Fue tal el impacto de la nena llorando que Jorge Rial lloró en su programa y se organizó una especie de colecta para paliar la situación de la niña y su familia. Obviamente, como era de esperar una semana después nadie se acordaba de nada, y lo más probable es que esta niña haya muerto.
Toda una generación recordará las filmaciones de los niños hambrientos en Africa, de los incendios en la guerra de Vietnam y de las primeras fotografías de las víctimas en Hiroshima y Nagasaki.
Pero este mostrar sin más, es exactamente el mismo mecanismo de la solidaridad aplicado a la imagen. Muestro una situación dada (hay hambre), genero culpa en el espectador (juntamos arroz), el film termina y nos vamos de la sala.
Ayer vi un par de documentales de Marcelo Bukin solventados por algo así como Global Fundation, no recuerdo bien el nombre, en donde se mostraban a niños de toda Latinoamérica en situaciones críticas de trabajo esclavo, de abandono y con enfermedades. Situaciones realmente espantosas que ocurren en todo el mundo, en todo momento, y seguro que en la esquina de mi casa está pasando algo similar.
La cámara prolijamente instalada, un buen sonido, buenos encuadres, lo que se podría hablar de un documental sobrio que expone un situación dada, o mejor dicho muestra. En realidad no expone, ya que no da ninguna explicación de lo que está sucediendo.
Niños trabajando a destajo haciendo ladrillos, niños comiendo en basurales, niños huérfanos y abandonados por sus padres, pero nunca sabemos porque es que ocurre esta situación. Simplemente se nos muestra.
No hay problematización de la situación, todo parece natural. Me animo a decir que está mostrado como natural. Existen los pobres y aquí se los mostramos. Cómo en un circo enjaulados por la pantalla vemos lo exótico y lo pintoresco de la pobreza, de la humillación y de la exclusión.
Para estos documentales no importa la razón de porqué los padres abandonan a sus hijos en Nicaragua, ni porqué en el Lago Titi-Caca vive una familia de tres chicos huérfanos de la pesca y el mascado de juncos. Es así, y eso es suficiente para mostrarlo y con ello generar un espectáculo.
En algún momento escuché que la única forma de caminar, que la única forma de avanzar es preguntando y no dar nada por sentado. El mismo avanzar, este mismo movimiento es el cambio, y si no se pregunta no se cambia, se mantiene el statu quo cuando nadie pregunta nada y cuando todo es natural.
Documentales-Solidarios es el término que se me ocurrió para nombrar a estas filmaciones que aplican los mismos mecanismos de la solidaridad sin problematizar lo que se está mostrando. Espectáculo y escándalo unidos forman estos documentales que tienden a mantener el estado de cosas actuales.
Un verdadero documental debe generar dos mecanismos de cambio, por un lado en el espectador y por otro lado en aquellas personas filmadas.
Para los espectadores la única forma es preguntarse en el mismo documental sobre las causas de esos problemas o plantear las preguntas necesarias para que cada uno pueda problematizar. Mostrar sin más, es un espectáculo que termina rápido y se olvida aún más rápido.
Lo otro ya es más complejo. ¿Cómo hacer para que un documental pueda servir como punto de partida para modificar la situación de crisis de las personas filmadas en ese documental?. Algo difícil de saber, pero me imagino que la única forma es que ellos mismos sean parte del documental, no sólo como protagonistas, sino como realizadores de la historia de sus vidas.
(1)La prensa amarilla surgió como una forma nueva de hacer periodismo para atraer un público cansado de la “seriedad” histórica de los diarios, destacando aquellas noticias que más morbo podían generar en la población. Los fraudes, las peleas entre famosos, los errores de los políticos y los grandes crímenes tomaron la primera plana y ya no la abandonarían. La televisión y específicamente los noticieros encontraron en el sensacionalismo la oportunidad de generar un impacto inmediato y llamar la atención del espectador utilizando sus propios recursos.
viernes, 17 de junio de 2011
Violenta geometría.
Aquí les mando el "guión" de un documental que ya filmamos. Es lo que suele conocerse como sinfonía de una ciudad.
EL documental se llama Violenta geometría, y va a durar no más de 5 minutos.
El espíritu amanece y se traslada, parece perdido, pero sin embargo sigue. No nos está llevando a ninguna parte, un ascensor, una terraza, quizás un recuerdo en un anaquel. Y la plaza aparece.
Entre las tinieblas, el sol se asoma y las campanadas retumban en la humedad. Se aclara, el espacio se hace transparente y las líneas se marcan entre el adoquín y el horizonte.
Todo aparece normal, y la naturaleza y la arquitectura ya son uno mismo. Pero algo ocurre, una perturbación, un ruido, unos caminantes.
Bochinche de exclusión y caos rompen la unidad, y todo se vuelve humano, conflicto.
El frío, el agua y la noche parecen resolver la crisis, pero en realidad las incorporan en un pequeño mundo fangoso y en penumbras. Una oscura vida cenagosa en las que se hunden todas las cosas, bien sean desmenuzadas por las sombras, bien sumergidas en las brumas.
EL documental se llama Violenta geometría, y va a durar no más de 5 minutos.
El espíritu amanece y se traslada, parece perdido, pero sin embargo sigue. No nos está llevando a ninguna parte, un ascensor, una terraza, quizás un recuerdo en un anaquel. Y la plaza aparece.
Entre las tinieblas, el sol se asoma y las campanadas retumban en la humedad. Se aclara, el espacio se hace transparente y las líneas se marcan entre el adoquín y el horizonte.
Todo aparece normal, y la naturaleza y la arquitectura ya son uno mismo. Pero algo ocurre, una perturbación, un ruido, unos caminantes.
Bochinche de exclusión y caos rompen la unidad, y todo se vuelve humano, conflicto.
El frío, el agua y la noche parecen resolver la crisis, pero en realidad las incorporan en un pequeño mundo fangoso y en penumbras. Una oscura vida cenagosa en las que se hunden todas las cosas, bien sean desmenuzadas por las sombras, bien sumergidas en las brumas.
miércoles, 18 de mayo de 2011
El nogal estaba ahí
El nogal estaba ahí. En realidad no se sí era un nogal, o como en algún momento a un científico se le ocurrió ponerle Juglans Regia. Lo único que sé, es que cada tanto desprendía como capricho, como madre desalmada, un sinfín proles y bástagos que ni ella sabía de donde habían salido.
Algunas, ni bien empezado el verano y como forma de aligerarse el peso, las tiraba verdes. Era raro, esos primogénitos cayendo desesperadamente, sabiendo que iban a morir sin desarrollarse y sabiendo también que ni siquiera iban a formar parte de esos budines que mi vieja hacía. Budines de marca genética, donde se podrían rastrear aunque nunca nadie lo supo, una raíz irlandesa de horno a leña y ovejas de fondo. Mate y torta fritas! gritaría cualquiera. Aún así, ellas caían.
Quizás en algún diálogo secreto entre la planta y el sol, ella haya reconocido su carácter abandónico, su condición natural de procrear por millares a sabiendas que nadie, con suerte una, se salvaba. Destino cruel de una nuez verde el morir devorada por hormigas, o simplemente en convertirse en ambrosía de aquel trébol de cuatro hojas que se esperaba con ansías cada verano.
El resto permanecía sin darse cuenta si eran nogal, semilla o mundo. Sólo sentían la tención de un pasado mejor. ¿Sería conciencia de nuez, o sería la misma sensación que sintió el brazo de el manco de Lepanto?
La conciencia de sí en las nueces debe existir en un simple instante y es el peor de todos. Ese instante gravitacional entre que se desprenden y tocan el piso. Nacer cayendo de un barranco, sentir sólo el viento en la cara y morir estampado. ¿Una vida espartana?
Algunas tenían, por así decirlo, suerte. Caían acolchonadas sobre el pasto que nadie quería cortar. Otras, sin comprender su castigo, rebotaban infinitas veces en ese cemento humano, proyecto de quincho frustrado y terminaban en nuestras aventuras por el basural. Reflejo triste del sistema tiratodo.
Pero (alguna vez alguien me dijo que todo lo que está antes del “pero” no sirve para nada) otras seguían en tensión, mudaban su piel y se aburrían de la espera. Y cuando nadie, o mejor dicho nada lo esperaba, se desprendían, nacían, sentían, morían como todas.
Esos baldes enormes que nunca habían cumplido su función aguatera ahora entraban en acción, y como bóvedas anuales se cargaban de nueces. Con las manos heladas y la nariz colorada, como sepultureros en invierno, salíamos al patio a buscar las nueces que ahora aguardaban una nueva tensión. No la del vivo, sino la tensión del muerto. De aquel que se sabe cosa y que simplemente ahora tiene existencia por ser útil, por ser comida, adorno, detalle o mugre. Esperan y esperan que las garras de grúas humanas las recuperen, las destrocen con herramientas inquisitoriales y terminen en otra unidad.
A fin de cuentas todas las nueces tienen una vida miserable que transcurre entre ser parte de una planta y ser parte de algún budín. Vértigo de caída que dura toda su vida.
lunes, 18 de abril de 2011
Volando el Cordón
Caminas por el cordón de la vereda esperando mantener el equilibrio y no dejarse caer al precipicio adoquinado de la calle. Como un equilibrista, estirás las manos, abrís las palmas y planeas, mientras le encomendás un rezo al todopoderoso pidiéndole volar para siempre. Ya no te interesan ni los transeúntes, ni las entradas de los garages. Ni siquiera los perros, que antes te asustaban tanto, te molestan cuando decidís volar por el cordón. Sólo sentís el viento que entre esquina y esquina te frena, te empuja, te tira para el costado, como un juego que empieza y termina cada cien metros. Entre medio esperás ansioso ese mismo vértigo, pero ahora más preparado. No te vas a caer y vas a hacer todo tus esfuerzos para mantenerte arriba del cordón.
Uno en bici te distrae, otro en moto hace que gires la cabeza, todas nuevas tentaciones pero querés volar, no hay otra cosa. Y por más que abajo pase correntoso un canal de agua de veredas baldeadas, vos seguís volando, planeando entre palos de luces que cuales Himalayas sólo podés pasar por el costado.
Volaste tantas cuadras que ya ni siquiera sabés de donde saliste, ni siquiera el recorrido que trazaste, pero por ahí ya es tiempo de volver.
domingo, 17 de abril de 2011
Un hombre de corbata
“Pienso luego existo”, me dijo un tipo mientras se acomodaba la corbata en el colectivo. Me le quedé mirando, mitad con sorpresa y mitad con estupidez.
Nunca había escuchado algo así. ¿Sería filósofo?. Este tipo, tenía la posta. Estaba ahí parado, acomodándose la corbata y mirando el techo del cole, como si ese simple gesto significara hacer todas las respuestas del crucigrama sin usar la última hoja.
Con ese nudo maltrecho, más parecido a un ovillo, se animó a volver a decímerlo. ¿Sería el nudo lo que lo hacía brillante?. No quería quedarme con esa duda y le pregunté.
:-Disculpe, señor… es el nudo?.
Sorprendido, me mira y dice “sólo sé que no se nada”.
Ahora sí, el mundo entero se me vino abajo y yo ahí agarrado del pasamanos. Otra frase célebre, otro pensamiento infinito de un tipo con corbata en un colectivo. Me llamaba la atención que ante tanta brillantez, nadie del micro se hubiese sacudido. Porque todo bien, que se suba una embaraza y todos se hagan los dormidos lo puedo aceptar, pero ignorar a este sabio, era algo que no se podía tolerar.
La juventud esta perdida me dije en voz baja. No quería que mi frase sonara tonta y avergonzarme ante el hombre de corbata. Pero no lo pude evitar. Con ojos perplejos, como los de los dibujitos chinos, se volvió hacía mí, y ofendido se fue caminando hacia la puerta de atrás del colectivo.
Toca timbre, se abre la puerta y grita “ser o no ser”, mientras se baja del colectivo en movimiento.
Yo me quedé mirando el techo y acomodándome la corbata.
domingo, 10 de abril de 2011
Esas papas sabían algo
Parecía extraño, pero esas papas fritas no me habían caído del todo bien. No se si el aceite viejo o los gusanos, pero me hacían sentir raro, no porque sintiese algo físico, sino que por el contrario, esas papas fritas me estaban previniendo de algo. Una sensación extraña, como de encierro y liberación al mismo tiempo. Eran una señal, pero de qué?.
Uno podrá creer en el tarotismo, en la numerología, en la Cavalá, pero descubrir en las papas fritas rancias una premonición, era algo jamás visto ni escuchado y al mismo tiempo difícil de creer. Pero esas papas, a la larga tendrían razón.
Advertido por las papas de que algo iba a pasarme me tiré en la cama y estuve un largo rato con los ojos abiertos intentando descifrar esa señal. La cabeza giraba en pensamientos abstractos y el sueño fue ganando la batalla. Entre bostezo y bostezo mi sensación se incrementaba. Ya dominaba todo mi cuerpo cuando vi algo sobre el refilón de mi ojo.
Excitado me doy vuelta y lo veo, esquelético y brilloso, con su gran capa negra que recubría todo su cuerpo. Parecía desganado, como si realmente haber cumplido su trabajo durante toda la eternidad lo hubiese cansado. Pero algo me llamaba la atención, no era como en las representaciones habituales que se hacían sobre él. Esta Parca era diferente, y no parecía cosechar sus víctimas, sino que por el contrario tenía en su mano derecha un gran tenedor.
Hola, -me dijo como si conociese todos los idiomas de la humanidad- esas papas tenían razón. Ya es tu hora.
Mientras pronunciaba estas palabras me clavaba el tenedor en el muslo y me llevaba para la boca. Internamente me reía, y pensaba lo boludo que era que intentaba comerme. No sé de que manera pero ya estaba dentro de sus fauces calavéricas, viendo desde el mejor lugar del mundo lo triste de mi habitación.
Como un pato, sin cerrar la mandíbula, me tragó y fui a parar a un gran canal de algodón de azúcar que lentamente me deslizaba hacia abajo. Mientras caía, el canal se hacía más pequeño hasta el punto de pensar que iba a quedar atascado ahí para siempre, pero justo en el momento de mayor estrechez desemboqué en una especie de estómago infernal, recubierto de telas de seda colgantes que parecían iluminadas desde afuera con una luz roja.
Era hermoso y uno sentía la necesidad de abrazar las paredes, estirar los brazos hacía arriba y sentir el calor que emanaban. Quizás los bebes al nacer tuviesen esa misma sensación de quedarse eternamente rodeados de esas paredes.
Tanto magnetismo generaban los muros de seda que no me había percatado que estaba rodeado de otros desgraciados sobando esas paredes rosas. Nos miramos entre todos por un instante, pero todos nos volvimos hacia las paredes. Estábamos hipnotizados, y con el tiempo el tocar se hacía más violento y uno ya quería atravesarlas. Era una droga, no alcanzaban las primeras satisfacciones y con el tiempo te ponías más violento. Había gente que ya estaba raspando con las uñas, otros daban patadas, y llegué a ver uno tomando carrera y rebotar contra la seda sin inmutarse, y volverlo a hacer infinidad de veces. Yo me estaba desesperando ya, pero mi mano encontró un resquicio, y como un agujero en un buzo viejo se empezó a deshilachar y a agrandarse el hueco.
Atravesé la tela con mi mano y era como llevarla a otro universo y sentir mi cuerpo dividido en dos. En el interior una humedad pegadiza pero que relajaba los músculos y la cabeza, en el exterior, mi mano se sentía en un vacío, fresco y seco. Sentía como que mi mano se hacía más chica, pero aún a pesar de mi miedo, no podía evitar que mi cuerpo se deslizara hacia el exterior de esa panza. Primero un brazo, luego el otro y ya podía ingresar mi cabeza. Ni luz ni sombras, era la sensación de la nada misma. Nunca había pensado si la nada generaba estímulos, pero realmente sentía nada, y eso me llamaba, me impulsaba como un imán hacia fuera. Ya no tenía nada que hacer, ni fuerza ni moverme, era simplemente impulsado por algo que yo no manejaba ni entendía, pero que agradaba.
Atravesé completamente la pared y me volví hacia atrás para mirarla, ya no se veía nada. Todo había desaparecido, y las paredes que antes me generaban tanto placer, ahora me daban asco del simple recuerdo y ya no quería volverlas a ver. ¿Volver a dónde?. Ni siquiera sabía donde estaba. ¿Flotaba, estaba parado, acostado o cabeza arriba?. Quizás estaba todo al mismo tiempo.
lunes, 28 de febrero de 2011
Terpsícore y el castigo del Pump It
Demás está hablar de Terpsícore aquella musa griega del canto y del baile que ha inspirado a los grandes músicos y bailarines de toda la historia de la humanidad, y que aún hoy en pequeños boliches bailables deja su encanto fluir. Aún a pesar de su condición de semi-diosa nadie puede escapar de la maldad y de la venganza de ella.
Tal es el caso de un joven hindú, el mejor bailarín de la historia de la humanidad, capaz que realizar todo tipo de movimientos incluso aquellos que en cualquier persona requerirían la fractura inmediata de huesos y articulaciones. En la india lo llamaban el Shiva del baile y danzaba a diestra y siniestra en las calles angostas de Bombay esquivando pobres y muertos de hambre sin siquiera inmutarse.
Como todo gran maestro, a medida que vencía a sus rivales en la pista su espíritu se ennegrecía más y más, hasta llegar al punto de convertirse en un ser engreído y soberbio, encerrado en sí mismo al sentir que era el mejor bailarín del universo.
Llegó el momento en el que el mundo se quedó sin bailarines ya que todos se avergonzaban ante el paso majestuoso del joven hindú, aumentado increíblemente su vanidad.
Tal era su soberbia que Terpsícore, asqueada de tanto engreimiento, le pidió a Zeus que tomará venganza con este hombre que había intentado desafiar a los dioses al creerse el mejor bailarín del universo. Luego de algunas discusiones, Zeus decidió hacerle caso a Terpsícore y descendió a la tierra en la figura de dueño de un salón de videojuegos.
Utilizando sus poderes, el Dios Griego instaló una máquina diabólica de baile que funcionará por toda la eternidad. Maléficamente Zeus le puso Pump It y simplemente este artilugio servía para desafiar a bailarines proponiéndoles retos cada vez más difíciles de resolver. Cuando el bailarín fracasaba en unos de los pasos de baile que proponía la máquina esta se apagaba y buscaba un nuevo contrincante.
El joven hindú se enteró de la presencia de esta máquina que a todos los bailarines derrotaba y sintió el momento de desafiar por primera vez a un rival de su talla, y haciendo un dos por cuatro salió corriendo al videojuegos. Se puso en la cola y soberbiamente vio como iban siendo eliminados grandes bailarines hasta que le llegó el turno a él.
Primero la máquina ofreció pasos muy fáciles, luego fue avanzando la complejidad lentamente, pero el bailarín todos cumplía sin ninguna dificultad.
El tiempo pasó, la dificultad aumentó, pero el bailarín seguía cumpliendo los pasos adecuados. Aún hoy luego de 10 años de empate técnico entre máquina diabólica y bailarín, el engreimiento del hindú hacen que no desista y no renuncie a ese baile, siendo su único objetivo vencerla.
Nunca se enterará, que por haber desafiado a los Dioses Zeus puso toda su magia para crear esa máquina que lo tendría atrapado por toda la eternidad.
lunes, 7 de febrero de 2011
El huevo Kinder y la traicion de las papilas gustativas.
El otro día, como forma para impresionar a mi sobrina me compre dos huevos Kinder, muy egoístamente no le di los dos, sino que simplemente le di uno y el otro me lo clave yo. Recordaba mi época de niñez cuando el huevo Kinder era sin lugar a dudas, el mejor chocolate que se podía adquirir a precio módico en cualquier polirubro de la ciudad y me deje tentar por esta idea.
Abrí el huevo como cóndor primerizo y los mastique suavemente. Horrible, fue una de las mayores decepciones que he sufrido en los últimos 10 años.
La pregunta que me vino a la mente fue ¿Qué le paso al huevo Kinder? Cabía de esperar una primera gran respuesta y es que con el paso del tiempo y el aumento de los precios el sabor y la calidad de los huevos había decaído notablemente y que este era el nuevo sabor de los huevos.
Otra opción que creo que es la que mas se ajusta a mi realidad, es que objetivamente la ingesta de sabores amargos a adaptado mis papilas gustativas a otros sabores y lo que antes me parecía un manjar ahora me parece un desastre y lo que antes me sabia un espanto ahora me encanta.
El paso de los años ha influenciado en que mi lengua diga otras cosas que antes no decía, pero estoy seguro de que deben existir cuestiones accesorias para tan grabital cambio. El fernet es sin duda el mayor acelerador de cambios gustativos de la naturaleza, y la agudiza con notable velocidad.
Cuanto mas Fernet uno toma mas amarga se pone la lengua y menos capacidad de sentir dulces tiene y eso hizo que mi lengua ya no le encontrara el placer a ese mágico huevo.
Años de fernet y años de vejez irán cambiando mi paladar hasta convertir todo en algo completamente desabrido.
Y llegara ese fatídico día en el que las frutas abrillantadas sean una gran festín y un placer para mi, y ese día, el mismo día que encuentra el placer de comer una fruta abrillantada, me mato.
Ah, me olvidaba, las sorpresas son igual de chotas que antes.
viernes, 4 de febrero de 2011
Lagrimas de cocodrilo
Hay algo de odioso en la creación, y algunas de las obras parecen mas un capricho que una gracia, y pensaba mas que nada en aquellos seres destinados a ser carteras y botas condenados eternamente a sufrir por una desesperación destructiva cada vez que se alimentan de un ser vivo.
¿Qué han hecho estos pequeños seres viscosos para ser castigados con la pena de sufrimiento eterno en cada una de sus comilonas?
Porque un detalle, no sólo los cocodrilos fueron condenados a llorar cada vez que comen, sino que al mismo tiempo, y aumentando notablemente el sadismo de la situación, fueron dotados de tremendo apetito. Nada de llevarlos a comer comida gourmet a algún restaurante top. Para satisfacerlos, mínimo lo tenes que llevar a una tenedor libre chino del once.
Primero son castigados con el hambre y luego castigados a la tristeza de matar una vida por su propia necesidad de alimentarse y de satisface su apetito.
En este caso dios se ha ensañado notablemente con estos humildes animales, ya que no hay en toda la naturaleza casos de congoja y abatimiento al comer. ¿O alguien acaso vio a un león ponerse triste cada vez que despedaza salvajemente a cualquier cebrita que anda suelta?
Tanta meditación me han hecho pensar en lo noble de los cocodrilos, que aunque te comen vivo, lamentan esa situación. Quizás habría que darles un poco mas de crédito.
Dios, apelo a vos para que recapacites ya que nadie se merece una condenada de millones de años, por mas mal que hayan hecho.
miércoles, 2 de febrero de 2011
Iemanjia - Diosa del Mar de la cultura Afroamericana
Todos los 2 de febrero, desde hace 400 años se festeja en América, o mejor dicho se rinde culto, a Iemanjia, Diosa del Mar, orixá femenina del panteón yoruba originaria de Nigeria y que llegó a América con los esclavos negros trasladados hacia nuestras costas.
Con la prohibición de la esclavitud de los pueblos originarios, gracias a las gestiones de Bartolomé de las Casas que logró que fueron consideradas personas, los gobiernos europeos decidieron traer a América a otro grupo, que todavía no eran considerados hombres, sino salvajes, y que por ese motivo podían ser esclavizados. Los negros no tienen alma gritaban los vendedores de esclavos mientras le daban un latigazo buscando un mejor precio.
Con el correr del tiempo y con la masiva presencia de esclavos en América los cultos africanos comenzaron a expandirse y a fundirse con el resto de las tradiciones y cultos de las demás tribus “negras” y con la religión católica. De está “fusión” es que se van recreando diferentes rituales y tradiciones al punto tal de que la Diosa Iemanjia es identificada en muchas ocasiones con la Virgen María.
Esto no es casual ya que a los negros se les prohibieron los rituales propios y fueron obligados a convertirse al catolicismo y seguir sus prácticas. Las imágenes cristianas de la virgen con su hijo, fueron interpretadas inmediatamente con Iemanjia, que no sólo es la Diosa del mar, sino que también es de la fertilidad.
El negro no tiene alma pero boludo no es, así que mientras los católicos creían que estaban venerando a la virgen maría, en realidad habían encontrado un resquicio desde donde seguir con sus tradiciones africanas.
Estas tradiciones fueron pasando de generación en generación, y seguramente hayan servido como una de las pocas formas que tenían estas personas de continuar con vida. Quizás era la única esperanza y la única manera de recuperar su dignidad.
400 años después la celebración continúa y las tradiciones afroamericanas no se perdieron, a pesar de todos los intentos de la cultura dominante de hacerlos desaparecer. Recuperar en la memoria colectiva aquello que nos pertenece como americanos también es una forma de liberarnos y de sentirnos propios y pertenecientes a un mismo lugar, y Iemanjia es una de esos momentos que no debemos olvidar.
martes, 1 de febrero de 2011
Cariño plastificado
Las flores, como forma viva de la belleza son no sólo motivo de placer estético sino que al mismo tiempo aparecen como el símbolo del cariño de los vivos hacia los muertos. No es casual que se pongan flores coloridas y no hojas de nogal en las tumbas, lápidas y nichos. Hay un vínculo muy fuerte entre la belleza de lo vivo, el cariño de los familiares y la felicidad del muerto en su tránsito.
A pesar de su belleza, también tienen su periplo de vida y pasado un par de semanas estas mueren y deben ser cambiadas, para que el muerto desde el más allá no entristezca al sentirse abandonado por sus familiares. Ritual mensual el de llevar flores nuevas para los muertos, que eterniza la concordia entre la vida y la muerte. Hechizo mágico de las flores que logran mantener felices a nuestros difuntos, con el sólo requisito del sacrificio mensual de reemplazarlas.
Pero la viveza criolla pretende engañar a la misma muerte, desafiar las tradiciones milenarias y romper con este hechizo.
Otra vez la tecnología y la investigación en los hidrocarburos ha generado una serie de fenómenos asombrosos. En uno de sus tantos ataques a la existencia, la industria ha generado miles y millones de consuelos gomosos, de eternidad rígida y de cariño plastificado.
El símbolo de la vida y del cariño hacia nuestros difuntos está siendo reemplazado por un ejército de flores perennes, que pretenden desbalancear la armonía entre la vida y la muerte.
Las flores de plástico abandonan a nuestros fallecidos a la buena de Dios en tal difícil tránsito. Difícil será imaginar sus pensamientos, quizás muchos de ellos deben estar descubriendo la verdad ahora mismo.
Nunca los quisimos.
lunes, 31 de enero de 2011
Miedo monocromático
Todos hemos sufrido alguna que otra vez del atropello y de la falta de ubicación social de aquellas personas que con movimientos estridentes, y monocromáticamente barnizados, intentan suplir las falencias de un severo problema de habla. Quien no fue sujeto de la hipnosis aparente de un mimo, que sonriendo maléficamente intenta recaudar alguna moneda.
Sus ataques a lo francés han dejado un fuerte trauma con consecuencias indeseables para el desarrollo social de muchos niños. En mi caso personal, por antonomancia, no sólo desarrollé miedo a los mimos, sino que también a los payasos. ¿Qué culpa tienen estos últimos alegres y vivases coloreados, de la hostilidad de la zebra con zapatos?
Y quién les adjudicó el derecho de auto-proclamasarse como “mimos” cuando es más que evidente que mimos no realizan, sino que atacan con cosas invisibles que seguramente generan daño, tanto físico como psíquico.
No nos dejemos engañar por su invisibilismo sensible y su tristeza sin color. Marchemos hacia el sindicato de Mimos y hagamos que tiramos de la cuerda hasta romper la puerta, y si eso no alcanza nos treparemos a la escalera invisible para llegar a la terraza, y de última haremos que prendemos gomas de nada y tiramos piedras de vacío.
viernes, 28 de enero de 2011
Revelaciones en Kinesiología 3: Kinesiología Red Social
Kinesilogía sigue dándome de comer, y está vez quería hablar (escribir) sobre las relaciones sociales que uno va construyendo en su vida, y sobre los nexos que hacen que esos vínculos progresen y se profundicen.
El ser humano, como homo-socibilitis, una de las principales riquezas y sin duda el impulsor del progreso de la especie, desarrolla a lo largo de su vida una serie de vínculos de mayor o menor profundidad con diferentes personas. Uno de los vínculos más estrechos que genera es la amistad, que aparece como un vínculo fraternal y de compañerismo entre varias personas.
Ahora bien, la amistad no surge de un solo lugar sino que por el contrario uno tiene amigos de mil diferentes lugares y con diferentes lazos. El amigo de la infancia que se da por proximidad vecinal o escolar, unidos por anécdotas e historias en común; el amigo universitario unido por compartir fotocopias para no gastar tanto, amigo de perro, surgidos por ir a la misma plaza con el labrador para ver si levantaban alguna mina; el amigo del trabajo unido por la falsedad y el trepadurismo, etc, etc, etc.
Hoy me di cuenta, algo taimado tal vez, que existe un tipo de amistad novedosa y surgida desde las mismas entrañas de la kinesiología.
Factores económicos inciden en que en las sesiones de kinesiología no sean individuales sino que sean varias personas juntas las que reciben diferentes tipos de tratamientos. Algunos en aparatos, algunos en maquinarias diabólicas, y algunos sentados en unas camillas haciendo las más diversas posiciones kamasutrescas.
Luego de jornadas extenuantes de diálogo y de sufrimiento conjunto los lazos se recrean como aquellos prisioneros en las cárceles del siglo XVIII, o como los que se quedan atrapados en un ascensor durante semanas. Compartir el dolor es una forma profunda para estrechar lazos. Con el tiempo uno hasta logra compartir el sufrimiento ajeno y lo hace propio motivándose aún más en los ejercicios y en la magnetoterapia..
Al recibir el alta médica, los pacientes son despedidos de alegría y abrazos fraternales, como aquellos que son expulsados de la casa de Gran Hermano y parece que el vínculo ahí se termina. Pero no, donde fuego hubo cenizas quedan, donde fractura hubo yeso quedó.
Che… y este tipo de donde lo conocés? Amigo de kinesiología.
jueves, 27 de enero de 2011
Revelaciones en Kinesiología II. Como Hansel y Grettel
Como ya habrán notada (las dos personas que entraron al blog ayer) estoy yendo al kinesiólogo/a. No solo que me está “curando” sino que también me da material para justificar mis boludeces y ponerme a escribir, mientras hago que trabajo.
Toda la noche desvelado pensando, ¿porque me quedé sin velas?, hasta que sonó el despertador y me dormí.
Despierto, comenzó a trabajar mi cabeza y comprendí la situación en la que estaba trabajando en el kinesiólogo/a. En realidad no me está curando nada, y lo que está haciendo es fortificar mis músculos para cuando me operen. El objetivo expuesto es que les sea más fácil trabajar la zona a los doctores y que tenga yo mejor recuperación. Soy una especie de pollo que prenden la luz para que coma y la apagan para dormir y para que no reviente con maíz.
Me sentí como aquellos pequeños, Hansel y Grettel, abandonados en el bosque por sus malvados padres, y que luego de tortuosas travesías encuentran la felicidad en la casa de una bruja chocolatera (una especie de Fort del siglo XIX). Ricky será la reencarnación de esa Bruja?.
Estos pequeños encuentran en esta casa de golosinas la salvación a su hambre, y por desgracia de la literatura, no lograron encontrar la salvación del hambre de la bruja que terminó apuchereada en su propia olla. El objetivo de la bruja era engordarlos para comerlos luego.
Esta situación de preanunciación del suceso, de preparación del final anunciado, este macabro plan encabezado por la Bruja Chocolatera, me hace pensar y recapacitar sobre mi situación en el kinesiólogo/a. Es notable las similitudes entre este engorde de niños y este fortalecimiento de músculos al cual estoy siendo sometido. Con la única diferencia es que lo niños disfrutaban de las golosinas, mientras yo sufro con los ejercicios.
Doble mal para mi, que hago ejercicios tortuosos que me llevaran a la tumba. Hubiese preferido mil veces que me abandonen mis padres en un bosque y que me intentara comer una bruja a que tener que hacer entrenamientos físicos.
¿Qué onda con un tipo que me hace fortalecer mis músculos antes de operarme? ¿Qué se quiere llevar de mí? ¿Querrá, mientras sufro los efectos de la anestesia, extraerme alguna parte de mi cuerpo y de allí hacer de comer, o quien sabe, algún rito umbanda?
Busqué explicaciones, explore en google, leí libros, miré a Rial y a Gran Hermano, pero no encontré respuestas a mis dudas y mis miedos. Lo que sí es seguro es que yo voy a pedir, como se hace en los mejores restaurantes de Vladivostok, todo lo que sobre.
miércoles, 26 de enero de 2011
Revelaciones en Kinesiologia I - Dumbo y los alquimistas
A veces pienso que hago con este cuerpo, y me pregunto si puedo cambiarlo por alguno mejor hecho, o con mayor consistencia, o aunque sea uno que tenga ligamentos de titanio para que no se le anden rompiendo por ahí.
Pero en vano pierdo el tiempo, ya que hasta la próxima vida, espero pronto, no voy a cambiar esta carcaza peluda y de piel beige.
De este sufrimiento corpóreo es que tengo la desgracia de visitar una pseudo ciencia para recuperar mi rodilla y volver a caminar con normalidad, es decir, poco y chueco. Dentro de los experimentos a los cuales soy sometido a diario, hay uno que particularmente me ha llamado la atención, y se llama magnetoterapia.
Me hacen meter la rodilla en un tubo de plástico y tengo que esperar 30 minutos a que ese aparato haga efecto, efecto que no es perceptible, ni visible, ni nada. Esta invisibilización del efecto me llevó a pensar en la ciencia y en todas sus habladurías sobre la inexistencia de aquello que no se puede probar, y volvió a mi mente ese debate que hemos perdido, entre ciencia y magia.
Debate que ganó el positivismo, utilizando la alquimia como principal método para destruir a la magia y dejársela a ilusionistas de medio pelo. La ciencia utilizó todos los avances de la alquimia para generar la revolución científica del siglo XIX.
Como todos hemos aprendido en el jardín, la alquimia es una protociencia que desde hace siglos está buscando descubrir los secretos de la naturaleza y su relación con el ser humano. Nadie va a venir a discutir la verdad de los preceptos de la alquimia, ni los científicos, ni los filósofos, ni los vendedores de diarios mojados, ya que desde tiempos inmemoriales a dirigido los caminos del tiempo y del espacio.
Alguien me dirá con socarrona soberbia, que en el siglo XXI y producto de esos mentirosos llamados científicos positivistas, la alquimia ha desaparecido y sólo podemos encontrarlas en pequeños rituales, más turísticos que espirituales, más pecuniarios que filosóficos.
Aún así, cuando es claro el poder de los inventores de mentiras, la alquimia encuentra resquicios dentro del propio positivismo, esperando el momento para derribar el oscurantismo de la ciencia y recuperar la senda de Hermes Trimegisto, legendario alquimista greco–egipcio que murió inmolado en su propia sabiduría.
Pero ¿por qué la ciencia se empeña en darnos explicaciones inentendibles de todo, por qué se afana en darnos una tabla periódica, una ley de la gravedad, una ley de mercado y una ley del off side? La respuesta es simple, el saber, el conocimiento es poder. Ya lo sabían los egipcios cuando atesoraron por siglos el secreto de la subida del Nilo. Por poder nos mienten, y nos dicen que la tierra es redonda, que gira alrededor del sol, que si tirás dos cosas de diferente peso desde la misma altura y en el vacío van a caer en el mismo momento. ¿Que pasaría si mañana se hace público el secreto de que la tierra es plana, que es el centro del universo y que una plomada llega antes al suelo que una pluma?
El mundo se daría vuelta, y las grandes empresas nos reconocerían que el microondas no es tecnología, sino una invención del diablo para calentar las aguas del infierno, que en la radio y en la televisión hay pequeños y diminutos personajes que esclavizados trasmiten día y noche, que los mensajes de textos son transportados por hadas madrina,
que en la pelota hay un conejo y que la ley del off side es mentira, y es una excusa para darle trabajo a los jueces de línea.
Sigamos explotando estos resquicios y grietas del sistema métrico decimal y volvamos a creer que Dumbo no es un dibujo animado, sino que es aquel elefante que sostiene la tierra y que se tomó un descanso para salir en pantalla grande.
sábado, 8 de enero de 2011
La magia del pasaporte
Me acaba de llegar mi primer pasaporte. Este papelito mágico, mítico y misterioso que te permite circular libremente por todo el mundo. Y por si su magia no hubiese pasado ya oralmente de generación en generación, en su primera hoja y a forma de ritual sagrado aclara:
“En nombre del Gobierno de la República Argentina , la autoridad que expide el siguiente pasaporte, ruega y solicita a todos aquellos a quienes pueda concernir, dejen pasar libremente a su titular y prestarle la asistencia y protección necesaria”
Estas palabras mágicas que dan libertad para circular y al mismo tiempo protección en todo el mundo no se acaba sólo con el idioma español sino que es al mismo tiempo el primer conjuro de validez universal ya que puede ser recitado en distintos idiomas.
El abracadabra del libre intercambio de personas a lo largo del mundo, es decir este papel negro que dice pasaporte, ha ido perdiendo a lo largo de los años su efecto y distintos brujos de la magia negra han ido han ido encontrando el antídoto para la libre circulación de personas.
Antes con sólo decir esas palabras uno hipnotizaba a todo el personal de inmigración y podía adentrarse en los países exóticos sin mayores riesgos. Con el tiempo, y al igual que las moscas con el raid, fly, etc, las fronteras fueron mejorando su protección y se fueron inmunizando ante la hechizo del pasaporte. Brujos disfrazados de políticos descubrieron que no era tan saludable la libre circulación de personas y alquimísticamente perfeccionaron sus conjuros, a tal punto que es más fácil introducir 1000 kilos de drogas en los Estados Unidos a que ingrese un latinoamericano de manera legal.
Con patas de conejos, con pelos de murciélagos, ojos de ranas y piel de inmigrantes, los países quemadores de brujas lograron no sólo inmunizar sus fronteras ante el conjuro del pasaporte ajeno sino que perfeccionaron sus propios pasaportes. No es lo mismo la magia del pasaporte americano, que la del haitiano, y no es lo mismo la magia del europeo que la magia del indú. Seguramente antes de arriesgarse a quemar una bruja les quitaron los secretos de sus hechizos para mitigar el riesgo y mejorar su propia magia.
El pasaporte otrora mítico perdió su efecto. Ni el abracadabra, ni el abretesésamo de las fronteras sirve y habrá que inscribirnos nuevamente en las escuelas de brujas para aprender el nuevo conjuro de la visa, que no es una tarjeta de plástico pero que es casi lo mismo.
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